Hora de organizar tu clóset. Desde el más detallista hasta el más despreocupado, todos ponen un poco de su personalidad en la manera de disponer las prendas de vestir. Existen clóset impecables, dignos de ser fotografiados, y otros cuyo orden sólo puede descifrar la dueña. Se trata, al fin y al cabo, de un espacio muy personal donde cada quien pone las reglas que le hacen sentir más cómodo.
Sin embargo, debemos admitir que ciertos hábitos y normas básicas pueden hacer del clóset un verdadero aliado en la vida cotidiana.
Lo primero es poner orden en el inventario. El principal enemigo es la mezcla indiscriminada de prendas de uso frecuente con otras destinadas a ocasiones especiales, a lo que se suman aquellas con pequeños defectos que hemos olvidado reparar, las pasadas de moda, las que ya no nos sirven por razones de talla y, en general, las que muy improbablemente volveremos a ponernos.
Te proponemos tres categorías para la clasificación:
Área de favoritas
Estas son las prendas que mejor se portan. Son las que siempre te facilitan una buena combinación, las que están más a la moda, las que parecen llamarte desde sus ganchos o, simplemente, las que más te gustan. A ellas hay que darles un espacio privilegiado.
Esta área es la más importante, y por ello necesita una organización especial. Una opción, por ejemplo, es distribuir toda la ropa favorita que va colgada en ganchos en tres secciones: una caliente, una neutra y otra fría, en función de la frecuencia de uso. De esta forma, ubicarás más rápidamente aquellas prendas que utilizas más a menudo, y lo mismo pasará cuando desees encontrar las que utilizas sólo eventualmente. También conviene hacer subgrupos por colores, para decidir con más prontitud las combinaciones.
Adicionalmente, ofrécele un rincón particular, por ejemplo el extremo derecho o izquierdo del tupo, a la ropa más formal. Así facilitarás el corre-corre típico de la preparación para una fiesta u otras ocasiones.
Área de transición
Aquí van aquellos artículos que podrían regresar al área de tus favoritos o, por el contrario, deben salir del clóset. Sé fuerte y sólo dale oportunidad a las prendas que en verdad podrás usar de nuevo. Dispón de un lugar específico y visible, ya sea en ganchos o en gavetas, para la ropa con daños menores que efectivamente sea recuperable (botones faltantes, descosidos, pequeñas manchas) y asume el compromiso de repararla lo antes posible. Otro tanto haz con la ropa que ya no te queda por razones de talla, pero que estimas podrás usar en nuevo en un corto plazo.
Área de salida
Aquí va aquella ropa que ya cumplió su función y que ahora sólo sirve par ocupar espacio y generar desorden. Asígnale un destino definitivo. Si existe una lejana esperanza de que vuelva a estar de moda o de que recuperes esa talla que ya parece perdida, empaquétala y guárdala donde no estorbe. En cualquier otro caso, deséchala, recíclala u obséquiala. Aquí se incluyen ciertos disfraces de los niños ya en desuso, abrigos de invierno que sólo se desempolvan de viaje en viaje, antiguos trajes de fiesta y otras prendas que se eternizan en los ganchos.
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