El futón procede del Japón y debería llamarse con más precisión “Shikibuton”, es decir, colchón en japonés. Pero es tan sencillo identificar un futón por este nombre, que para nosotros significa “cama baja”. Al margen de las nominaciones, se trata de un objeto de culto en el mundo de la decoración y el interiorismo.
Otra aclaración que conviene hacer desde un principio: a pesar de su nombre, el futón proviene de antiguas civilizaciones en donde los hombres dormían sobre un colchón de algodón. Babilonia, Mesopotamia, Egipto, e India son los verdaderos creadores del futón.
El futón, tal y como lo concebimos hoy en día, se inspira directamente de la tradición japonesa. Un japonés tradicional desenrolla su colchón hecho con paja de arroz y con juncos trenzados, y lo hace sobre un tatami, y después por la mañana lo vuelve a enrollar para guardarlo en un armario o para ventilarlo.
Nosotros, en nuestra versión occidentalizada del futón, necesitamos un colchón más grueso y suave, puesto que nuestro somier suele ser de madera y por lo tanto más duro que el suave tatami japonés. Por esta razón, nuestro futón suele estar confeccionado en algodón, enriquecido eventualmente con látex para evitar que se deforme, o de guata.
En los años 70, William Brouwer tuvo la genial idea de llevar el futón a los Estados Unidos del norte, y presentarlo como alternativa confortable y convertible a los muebles y tendencias de la época.
Por lo tanto, fue este diseñador el primero en concebir un marco de madera, inspirado en las líneas japonesas, cuya astucia consistía en poder transformar el futón en sofá. La idea genial se expandió como la pólvora entre los pequeños fabricantes de muebles, y el futón fue todo un éxito entre aquellas personas que vivían en espacios reducidos.
Las ventajas del futón siempre han tenido seguidores incondicionales: en una versión convertible, el futón es una solución confortable y fácil de instalar. Ofrece un excelente cuidado de la espalda y una buena higiene. Es recomendable limpiarlo una vez al año.
El futón japonés, fabricado exclusivamente con algodón, debe ser renovado cada 10 años, añadiendo nuevas capas de algodón y retirando las más usadas. Para dormir a la japonesa, se pueden yuxtaponer dos tatamis, situando el futón por encima. Es más duro, es sano, y es recomendable para la espalda.
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