Este es espacio con una fuerte impronta artística y un aire de otro tiempo. Diego Achával y Rafael Cash fueron los encargados de la decoración.
Un edificio estilo francés en pleno Barrio Norte nos depara un recorrido por la obra de artistas notables definido por un interiorismo de refinamiento atemporal.
Cuando se profesa una intensa vocación por el arte y su historia, la selección de obras y artistas tiende a ser culta, emotiva, alejada de la vanidad del “querer tener porque está de moda”. Como en esta casa, donde detrás de cada cuadro, de cada mueble, se percibe una pasión y un compromiso.
Por ejemplo, en el escritorio, uno de los baluartes estéticos de la casa, se exhiben obras curadas con respetuosa comprensión. Para no quitarle protagonismo a su boiserie de caoba (una rareza ya que, en general, es de roble), los decoradores Diego Achával y Rafael Cash propusieron centrar el mobiliario y liberar las paredes. Una carpeta negra sirvió de marco y sobre ella se colocó una alfombra Bucara antigua.
Las mesas de vidrio templado moldeado brindan una dosis de ligereza. En el detalle, colección de picnic sets, que los mongoles utilizaban antiguamente para comer
La renovación del comedor involucró un cambio más profundo: sillas Chippendale lustradas con un decapé en un tono hueso y se retapizaron con un género geométrico
La biblioteca, mientras tanto, atesora en sus estantes libros que fueron integrándose a la familia a través de generaciones de ávidos lectores. Casi desapercibidos y sin ostentación, Quinquela Martín y Basaldúa se develan sólo ante la mirada atenta e intercalados entre otras obras que, por ahora, sólo tienen valor afectivo; y que muestran que ésta es una colección que se fue formando a través de años de búsqueda y dedicación.
Sobre la pared, obras de Carmelo Arden Quin, fundador del movimiento local Madí. Un auténtico Regency con alzada, debajo del cuadro, es hoy utilizado como bar
De la mano de Diego Achával y Rafael Cash, del Estudio Snob, los dueños de casa realizaron una primera refacción, cuando recién llegaron a este piso y estaba todo por acondicionar. Siempre reconocida por sumar elegancia a lo ya elegante, esta dupla supo agregar visión y buen gusto al ojo entrenado de la dueña de casa, y su influencia perdura aún hoy. Luego vino una segunda renovación, hace pocos años, donde se retapizaron varios muebles y se actualizaron los entelados y tonos de las paredes.
Un sillón Chesterfield, en el centro, está acompañado por una mesa napolitana con incrustaciones en madera de nogal y una Pennbroke clásica.
El estilo inglés se sucede en los ambientes, pero fusionado con mobiliario moderno, como el escritorio de vidrio o la mesa de fórmica de los años 70
Allí, contaron con el asesoramiento de amigos entendidos, como el anticuario José Rodríguez Cortés, quien hizo su aporte diseñando la alfombra del comedor, dando toques originales a diferentes rincones y demostrando que el paradigma que dice que “una casa que cambia es una casa viva” es la más elemental de las verdades.
Son puro romanticismo la obra de José Trujillo, sobre el respaldo, y el love seat de dos cuerpos, también Adam. Lo escoltan tres dibujos en lápiz de Carlos Arnaiz.
Aquí todo es sobriedad y calma visual, definida por el entelado de rafia en color arena y por la cama, vestida en el mismo tono.
En el dormitorio principal se cuelan el sol y el verde de un generoso pulmón de manzana. Junto a la ventana, escritorio y silla estilo Adam
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