Son varios los factores que hacen atractiva una casa y la calidad es, desde luego, uno de los más importantes. Y por calidad entendemos no sólo unos buenos materiales, sino también una adecuada distribución, el aprovechamiento de la luz natural, una decoración que propicie la comodidad, una estudiada iluminación... Requisitos todos que se cumplen en el piso madrileño del arquitecto de interiores Javier López.
La vivienda, de 190 m², no siempre fue así. Su imagen actual es el resultado de la obra que realizó el interiorista, dueño de la empresa de refor- mas y decoración Construreg. El primer paso consistió en tirar todos los tabiques y formular una nueva organización en la que se dio especial protagonismo al salón, un espacio diáfano de 84 m² en el que se han diferenciado claramente cuatro ambientes, lo que permite realizar diferentes actividades –comer, ver la televisión, recibir amigos...– de modo independiente. Después se reforzó la luminosidad abriendo grandes ventanales en la cocina y en el salón, donde se instalaron dos cristales de hoja fija de 4 x 2,80 m, con la perfilería oculta en la pared. Así, sólo queda a la vista el vidrio y la sensación de ligereza es absoluta.
En cuanto a la decoración, Javier López quería que en todo el piso predominaran los mismos colores, «así que opté por un binomio blanco-marrón, muy cálido». Creó un marco general en crudo –paredes, techos, revestimientos de baños– en el que la car- pintería de wengé –puertas, rodapiés, el suelo del salón, con una tarima maciza de tablas extralargas que aportan profundidad– pone un elegante contraste e imprime fuerza. El mobiliario juega también al blanco-chocolate, piezas funcionales diseñadas casi todas por Javier. Sólo quedaba apuntalar el dueto cromático con elementos en acero y cristal, como ciertos muebles o los panelados de algunos techos, que aportaran brillo. Y todo ello realzado por una atractiva combinación de luces directas y decorativas. Calidad y confort sin ambages.
La vivienda, de 190 m², no siempre fue así. Su imagen actual es el resultado de la obra que realizó el interiorista, dueño de la empresa de refor- mas y decoración Construreg. El primer paso consistió en tirar todos los tabiques y formular una nueva organización en la que se dio especial protagonismo al salón, un espacio diáfano de 84 m² en el que se han diferenciado claramente cuatro ambientes, lo que permite realizar diferentes actividades –comer, ver la televisión, recibir amigos...– de modo independiente. Después se reforzó la luminosidad abriendo grandes ventanales en la cocina y en el salón, donde se instalaron dos cristales de hoja fija de 4 x 2,80 m, con la perfilería oculta en la pared. Así, sólo queda a la vista el vidrio y la sensación de ligereza es absoluta.
En cuanto a la decoración, Javier López quería que en todo el piso predominaran los mismos colores, «así que opté por un binomio blanco-marrón, muy cálido». Creó un marco general en crudo –paredes, techos, revestimientos de baños– en el que la car- pintería de wengé –puertas, rodapiés, el suelo del salón, con una tarima maciza de tablas extralargas que aportan profundidad– pone un elegante contraste e imprime fuerza. El mobiliario juega también al blanco-chocolate, piezas funcionales diseñadas casi todas por Javier. Sólo quedaba apuntalar el dueto cromático con elementos en acero y cristal, como ciertos muebles o los panelados de algunos techos, que aportaran brillo. Y todo ello realzado por una atractiva combinación de luces directas y decorativas. Calidad y confort sin ambages.
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