Apoyando fuertemente su estética en muebles, complementos textiles y distintos accesorios, el shabby chic es un estilo descontracturado que combina elementos nostálgicos típicos del y otros estilos antiguos con tendencias modernas, que aportan ese detalle “chic”, en una personal comunión entre desparpajo y distinción a nivel decorativo.
Los ambientes que basan su decoración en el shabby chic combinan muebles vintage o añejados especialmente para la ocasión con aparatos tecnológicos u objetos que responden a las últimas tendencias en diseño. Asimismo, incorporan alfombras antiguas con motivos barrocos, complejas arañas en la iluminación y tenues luces románticas.
Por otro lado, los complementos y diseños textiles cobran también vital importancia en el shabby chic. Cortinas de tules y organzas, junto a tapizados estampados en flores, configuran ambientes cálidos y romanticos. Colores como el rosa, el verde y otros tonos pastel sirven para agudizar esta tendencia hacia la calidez.
A pesar de los toques contemporáneos que puedan aportar distintos objetos, los detalles que reinan en la decoración shabby chic pertenecen en general a estilos históricos: velas, candelabros antiguos de cristal, flores al natural o puntillas nos transportan a elegantes tiempos pasados.
Sin embargo, tampoco suelen faltar obtenidos en algún mercado de pulgas, inmersos en ambientes en los cuales los aromas son una característica central para crear la magia buscada. El shabby chic, en definitiva, es un intento por amalgamar lo antiguo con lo contemporáneo, lo casual con lo pensado y elegante, la seducción de la historia con los adelantos tecnológicos. Una búsqueda que puede resultar personal y renovadora para nuestros ambientes.
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