martes, 5 de julio de 2011

EL COLOR

Los colores forman parte de la vida, transmiten emociones, influyen en los sentimientos y están presentes en todas partes. Combinando tonos y decidiendo de antemano qué ambiente se quiere conseguir es fácil crear espacios acogedores y con un toque personal.
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Una amplia gama cromática en armonía o en contraste al servicio de la decoración, que permite dar una pincelada de color a la casa y abandonar la monotonía.
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LA VIDA EN COLOR

Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de escoger un color para la casa son las preferencias personales de cada uno. Dejando de lado las tendencias hay que decantarse por aquellos tonos que mejor se ajusten a los gustos personales, consiguiendo que cada uno se sienta a gusto en su hogar.
La percepción espacial y el estilo de cualquier estancia se pueden modificar a través de los colores de la pintura. Por eso, hay que tener presente que las gamas oscuras alejan visualmente las paredes, creando profundidad, del mismo modo que las claras acercan las paredes. Asimismo, los tonos más claros aportan una mayor luminosidad a las estancias, por lo que es importante fijarse en la iluminación de cada espacio. Teniendo en cuenta que los tonos claros reflejan la luz y los oscuros la absorben, hay que observar la cantidad de luz natural que entra en el espacio y las luces artificiales que hay colocadas. Dependiendo del tipo y de la cantidad de luz puede variar la percepción que se tenga de cada uno de los colores.
En cuanto a las sensaciones que transmiten, los colores cálidos actúan como estimulantes y generan sensación de cercanía, mientras que los fríos son relajantes y muestran distanciamiento.
Otro elemento a tener en cuenta es el color de los muebles y los complementos, ya que hay que combinar la pintura con el tono de éstos. Para no equivocarse lo más fácil es escoger todos los colores dentro de una misma gama cromática, variando únicamente el tono. Por ejemplo, se puede escoger como base el color amarillo e ir variando en torno a él, con amarillos más claros o más oscuros. Sin embargo, si se quieren utilizar algunos colores atrevidos en pequeñas pinceladas, debido a su fuerte contraste, se puede optar por escoger complementos de ese color dando vida al conjunto sin que reine la desarmonía.
Un sistema para elegir el color es pintar una de las paredes con diversas muestras de pintura y dejarlas secar durante un día. Para comprobar si es el color idóneo hay que observarlo durante diversas horas del día y con luz artificial, percibiendo así los diversos tonos que adquiere el color. Una vez escogido el color hay que recordar que parecerá más oscuro al pintar la pared entera por lo que es mejor optar por un tono más claro del que se ha escogido.
Para los menos atrevidos siempre está el blanco, una apuesta segura y que no pasa de moda.

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COMBINANDO TONOS

Lo más fácil a la hora de pintar las paredes es escoger un solo color. Sin embargo, con la combinación de diversos tonos se consiguen resultados más vistosos, ya que dan mucho juego a la hora de decorar. Con unas cuantas reglas básicas se puede lograr cualquier tipo de ambiente.
Antes de decidir de qué color pintar las paredes hay que tener en cuenta el matiz del suelo y el mobiliario. Las paredes deben combinar con el resto de complementos, ya que los colores de los muebles y los demás elementos decorativos también influyen a la hora de transmitir sensaciones cromáticas.
Si se quieren crear combinaciones discretas lo mejor es optar por unir tonos fríos con fríos y cálidos con cálidos. Tanto si se decide seguir esta opción como otras que se proponen a continuación, lo mejor es que un color domine y los otros le complementen. Hay que dosificar los colores elegidos con cuidado, ya que si no el resultado puede ser excesivamente llamativo.
Para conseguir un ambiente discreto sin excesivos contrastes e ir sobre seguro, la mejor opción es una combinación monocromática. Se toma como punto de partida un solo color y se mezclan varios tonos, alternando claros con oscuros, consiguiendo un ambiente lleno de serenidad y continuidad.
Un entorno envolvente es el que se puede crear pintando las paredes con una combinación de colores que compartan una misma base. Una forma sencilla de escogerlos es seleccionar un color en el círculo cromático y los dos que están a su lado. Para ambientes modernos y contrastados, pero sin caer en la desarmonía, se puede optar por unir tonos complementarios. Descubrir cuáles son los colores complementarios es fácil. Sólo hay que dibujar una línea en el círculo cromático partiendo del tono escogido. Los colores que toquen el diámetro son sus complementarios. 
Los resultados más atrevidos se consiguen uniendo tríos de colores armónicos. Simplemente es necesario dibujar un triángulo equilátero en el círculo cromático para conocer cuáles son los colores armónicos del tono elegido como base. Ésta es una opción poco utilizada debido a los fuertes contrastes que provocan entre sí estos colores, por ese motivo hay que ser conscientes del ambiente estridente que pueden llegar a crear.

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