El blanco pone la nota veraniega en este dormitorio juvenil de una vivienda de Sotogrande (Cádiz), que recuerda la cercanía del Mediterráneo. Llaman especialmente la atención los doseles de madera, que aportan intimidad al descanso. Precisamente, a partir del siglo XVII se empieza a prestar más atención a este elemento que a la decoración de las camas en sí. Las cortinas de los doseles están confeccionadas con etamina, un tejido parecido al lino pero que resiste mejor el lavado. Están rematadas con encaje de bolillos y recogidas con unos borlones de algodón, todo procedente de Jara. Para la cama se eligió el modelo Greco de la firma Piü Belle, realizado en algodón peinado y ribeteado con una cadeneta azul marino. El suelo se revistió con un pavimento de barro, de Cerámica Campos, que utiliza procesos artesanales en su fabricación. Sobre la silla de paja trenzada, adquirida en La Mecedora, descansa un albornoz de felpa bordado a juego con unas zapatillas, también de Piü Belle.
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