Las líneas clásicas, casi monacales, definen este dormitorio de una vivienda de Sotogrande, que invita al recogimiento, la soledad y al disfrute de un ritmo de vida más pausado. Una delicada tela de lino drapeada, sujeta por un listón de madera policromada, cae sobre ambos lados del cabecero, una pieza de altar del siglo XVIII perteneciente a una capilla de una finca sevillana, adquirida en la tienda de antigüedades de Leticia Aritio. Su solemnidad contrasta con la limpidez inmaculada de los muros blancos y de la ropa de cama, una colcha de algodón
bordado con cuadrantes a juego, procedentes de Jara. Unas toallas de felpa con puntilla suiza completan el delicado conjunto de complementos de la firma Piü Belle. Una cómoda de madera de una sacristía, también de la tienda de Leticia Aritio, añade otro valor eterno al estilo sobrio del dormitorio. La mesilla y los cuadritos de las paredes proceden de Antigüedades Antonio Martín. El suelo es de barro rústico y lo realizó por encargó Cerámica Campos, que sigue conservando las técnicas más artesanales en alfarería.
bordado con cuadrantes a juego, procedentes de Jara. Unas toallas de felpa con puntilla suiza completan el delicado conjunto de complementos de la firma Piü Belle. Una cómoda de madera de una sacristía, también de la tienda de Leticia Aritio, añade otro valor eterno al estilo sobrio del dormitorio. La mesilla y los cuadritos de las paredes proceden de Antigüedades Antonio Martín. El suelo es de barro rústico y lo realizó por encargó Cerámica Campos, que sigue conservando las técnicas más artesanales en alfarería.
A lo largo de los siglos se ha prestado especial atención a la ornamentación del dormitorio y, en particular, de la cama como símbolo de poder y fortuna. Será el siglo XVII el que marcará el comienzo de los placeres de alcoba y los muchos estilos que prevalecen hoy en día, como el de los doseles.
La sencillez y la elegancia dominan en este dormitorio para invitados de una casa de campo andaluza, propiedad de Mary Randolph. Fue ella misma la artífice de los cortinajes, realizados con exquisitos bordados en relieve sobre una tela de lino con hilo de algodón. Su gusto por la naturaleza pondera los diseños florales y los colores y materiales naturales. Todos los accesorios y la ropa de cama de piqué pertenecen a la serie Natura de la firma Piú Belle, adquirida en Jara. Para los cabeceros se optó por un lino grueso tostado. Las cruces están hechas con olambrillas de azulejo antiguo, de El Bazar del Barrio, un trabajo que realiza la propietaria como hobbyy que también vende.
Al fondo del distribuidor se ubica el dormitorio, precedido por un arco que lo comunica y separa del vestidor. Es un ambiente con solera determinado por una decoración más clásica. La cama se situó en un entrante de la habitación, que se revistió con una boiserie de madera de nogal con la parte central pintada en el mismo tono vainilla de las paredes. En sintonía, el suelo se enmoquetó con una estera procedente de Tribóveda. El cabecero, tapizado con una tela de rayas de Casa & Jardín, coordina con la colcha inglesa de estilo indio adquirida en Grupo 13. En uno de los frentes destaca una magnífica cómoda de caoba rubia, también de Casa & Jardín. Finalmente, para las dos cocinas se optó por el mismo estilo decorativo, marcado por una línea moderna y funcional. Se jugó con dos colores básicos, el blanco para el techo y el gris para los azulejos que revisten las paredes, en contraste con el suelo de tarima de pino melis como en el resto de la casa. Para el mobiliario se eligió un modelo de fórmica con los tiradores de acero, que combina ambos colores, mientras que las encimeras de madera de haya ponen el toque final.
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